Del 4 al 13 de Octubre saca pecho en cloping y enseña tu...
Un vaso medio vacío
Hace solo unos días, cuando entraba a un centro comercial, vi a un tipo aparcando en la zona de minusválidos. Mientras me acercaba hacia la puerta comprobé que no tenía placa de, y cuando pasaba junto al coche un tipo se bajó de él. Era un hombre de unos 45 años sin ningún tipo de minusvalía. De la puerta de atrás se bajaron dos niños de unos 8 y 10 años; no pude evitarlo y en voz alta dije: “¡Qué gran ejemplo!”. Lo dije suficientemente alto como para que me oyera pero lo suficientemente bajo como para que no tuviera la seguridad de que me dirigía hacia él, a pesar de lo cual se giró mientras abría el maletero mirándome con un gesto de interrogación. Nunca he buscado la provocación, pero desde hace un par de años intento no evitar callarme, y en esta ocasión también lo hice; así que, de nuevo y sin poder evitarlo, dije, ya de forma más directa pero sin dejar de andar, y sin mirarlo, mostrando que no buscaba conversación: “Lo tuyo qué es, ¿una minusvalía educacional?”. Tampoco me contestó, ni esperaba que lo hubiera hecho y ni sé si me miró. Probablemente porque ni entendió la ironía. No creo que entre los lectores de esta “Autoenciclopedia Personal” se encuentre ninguno de esos minusválidos educacionales, si se puede llamar de alguna manera nueva. Este tipo de minusvalías normalmente no es congénito, sino que se adquiere de forma paulatina desde la infancia. Los libros suelen ser un gran antídoto. Por eso no espero ninguno de ellos leyendo estas líneas.
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