Motor del barco de la vida, salvavidas cuando ésta naufraga, isla en la que poder comenzar de nuevo. Energía fundamental que siempre consigue los objetivos más felices.
Era a lo que realmente se referían cuando decían que "la fe mueve montañas"; y no sólo montañas, sino el mundo entero. Dícese de esas ganas de seguir aprendiendo (de todo, no sólo de algo específico) a pesar de los impedimentos.