Las lágrimas nos pertenecen solamente durante la corta longitud de nuestras mejillas. Son nuestras en el corto recorrido existente entre nuestros ojos y la temblorosa comisura de nuestros labios, donde suelen morir o fingirse dormidas. Son nuestras durante un corto perÃodo de tiempo, instantes en los que, sin embargo, dejan cicatrices como simas.
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