once
por Josón
Nos levantamos aquella mañana con las imágenes de los trenes de cercanías de Madrid deslatados por el terrorismo. Sentimos en carne propia el dolor del odio inframental de un grupo de idealistas desbocados. Nos encontramos de frente con el sufrimiento de inocentes que nunca hicieron nada a esa pandilla de bárbaros, y reconocimos el fracaso de que el paso del tiempo lo cura todo. Lloramos a desmano durante un montón de semanas pensando en los que aquella mañana de marzo habían tenido la osadía de haber ido a trabajar en un tren de cercanías. Ciento noventa y una personas de 17 países no salieron vivas, y casi 2.000 fueron heridas. No hay justicia capaz de calmar tanto dolor, ni lágrimas para consolar los hechos, ni tiempo en toda mi vida para comprender lo ocurrido. Hoy vuelvo a llorar hasta embarrancarme del todo mientras pongo sobre el papel mi recuerdo del 11M.
Fueron tan cobardes que ni siquiera fueron capaces de inmolarse en aquella asquerosa puesta en escena. Que Dios los perdone porque yo, sinceramente, no puedo.
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