habitar
por Josón
¿Cuándo se considera que uno ha vivido, que ha habitado en un lugar? ¿Cuál es el mínimo tiempo necesario que se ha de pasar en un lugar para que uno pueda decir: yo he vivido allí?
En “Cien años de soledad” se plantea que uno es de un lugar cuando en ese lugar se ha tenido un hijo; y todo lo contrario, cuando se ha enterrado a un ser querido.
Estoy muy lejos de pensar como aquellos imaginarios moradores de Macondo porque, simplemente, nadie es de ningún lugar y porque, por supuesto, ningún lugar es de nadie.
El ser humano es nómada hasta en el pensamiento, y los lugares en los que desarrollamos nuestra existencia siempre son prestados. Nos pertenecen el tiempo que los disfrutamos, como la ropa que en estos momentos nos oculta la piel.
El suelo que pisamos es nuestro anclaje a la realidad, no un cordón umbilical. No tenemos raíces, tenemos pies, por eso prefiero hablar de desapego en vez de desarraigo, aunque ambas realidades convivan como un matrimonio de conveniencia al antojo de la poesía.
Y para dar una respuesta a la pregunta que iniciaba esta definición, este clop:
¿Cuándo se considera que uno ha vivido, que ha habitado en un
lugar? ¿Cuál es el mínimo tiempo necesario que se ha de pasar en un lugar para que uno pueda decir: yo he vivido allí?
Mi respuesta es: cuando los recuerdos le ganan en porcentaje a la
memoria.
0
0